Una vez "apajados" los bueyes, dado de comer a los cebones y ordeñado las vacas suizas, todos entran en la casa, amo y criados. La lumbre tiene la llama todavía alta gracias a los últimos rachos echados por la criada. El mes de noviembre ha venido frío, cada noche una helada llega. La cocina está caldeada, cada persona ocupa su lugar en los escaños al lado de la chimenea. Todos se frotan las manos para soltar el frío y abrazar el calor.
El padre del amo, sin avisar, sin previo aviso comienza con una frase: "por la señal...", todos saben que comienza el momento en el que se va rezar el rosario. Al acabar la oración, los dos hijos del amo le besan la mano a todos.
La cena trascurre sin sobresaltos, en dos mesas: los criados en una y el amo y su familia en otra. Comentan la jornada pasada y la que está por llegar. Al acabar la cena todos escuchan la radio, " el parte" para saber que sucede, o lo que quiere el gobierno que suceda. Una hora más trascurre entre charlas y ver como la llama de la hoguera se va desvaneciendo, un hasta mañana despide unos a otros hasta la dura jornada del día siguiente.
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