Corría esa época combulsa en la historía, y como no, en España, que fue la década de los años treinta del pasado siglo veinte, años de la segunda república, años de Azaña y Largo Caballero, de Gil Robles y Calvo Sotelo. Años que pastaban en las dehesas salmantinas ganaderías de bravo, entre ellas se encontraba la de Juan Cobaleda. Entre los animales de la ganadería se encontraba el toro Civilon, toro que según dicen las fuentes estaba reseñado para ser lidiado en la plaza de toros de Valencia, pero una herida fruto de una cornada le cambió el destino. Ha consecuencia de la cornada, el toro permaneció en la finca esperando su recuperación tras las curas de la herida. Dicen las fuentes, que durante dichas curas acudía una hija del ganadero, de ocho años, donde quizás lo acariciaba y manoseaba. Pasado el tiempo, encontrandose "Civilón" en su cercado correspondiente, la niña lo llamó por su nombre, se le acercó y comenzó a acariciarlo, así un día, otro y otro. Eran otros niños, que iban a la finca y hacían lo mismo.
El toro finalmente, fue reseñado para una corrida en la Monumental de Barcelona que se celebraría al comienzo del verano de 1936, finales de junio. El toro era famoso a nivel nacional, habiendo aparecido en prensa escrita en diversas ocasiones, destacando la nobleza del animal.
El clamor en la plaza fue tal durante su lidia, pidiendo su indulto, que el presidente lo concedió. Dicen que el mayoral, estando en toro en la plaza lo acarició delante del público.
Civilón, permaneció en los corrales de la plaza recuperandose de sus heridas antes de emprender viaje de vuelta a Salamanca. Pero antes de emprenderlo estalló la cruenta guerra civil, y Civilón fue convertido en alimento para los milicianos. Triste final para un toro con historia, un toro recorrado noventa años despúes.
Enlaces a árticulos y reportajes sobre Civilón:
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