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domingo, 25 de septiembre de 2022

ANIMALES CON HISTORIA (I): CIVILON, EL TORO BRAVO AMIGO DE LOS NIÑOS

Corría esa época combulsa en la historía, y como no, en  España, que fue la década de los años treinta del pasado siglo veinte, años de la segunda república, años de Azaña y Largo Caballero, de Gil Robles y Calvo Sotelo. Años que pastaban en las dehesas salmantinas ganaderías de bravo, entre ellas se encontraba la de Juan Cobaleda. Entre los animales de la ganadería se encontraba el toro Civilon, toro que según dicen las fuentes estaba reseñado para ser lidiado en la plaza de toros de Valencia, pero una herida fruto de una cornada le cambió el destino. Ha consecuencia de la cornada, el toro permaneció en la finca esperando su recuperación tras las curas de la herida. Dicen las fuentes, que durante dichas curas acudía una hija del ganadero, de ocho años, donde quizás lo acariciaba y manoseaba.  Pasado el tiempo, encontrandose "Civilón" en su cercado correspondiente, la niña lo llamó por su nombre, se le acercó y comenzó a acariciarlo, así un día, otro y otro. Eran otros niños, que iban a la finca y hacían lo mismo.

El toro finalmente, fue reseñado para una  corrida en la Monumental de Barcelona que se celebraría al comienzo del verano de 1936, finales de junio. El toro era famoso a nivel nacional, habiendo aparecido en prensa escrita en diversas ocasiones, destacando la nobleza del animal.

El clamor en la plaza fue tal durante su lidia, pidiendo su indulto, que el presidente lo concedió. Dicen que el mayoral, estando en toro en la plaza lo acarició delante del público.

Civilón, permaneció en los corrales de la plaza recuperandose de sus heridas antes de emprender viaje de vuelta a Salamanca. Pero antes de emprenderlo estalló la cruenta guerra civil, y Civilón fue convertido en alimento para los milicianos. Triste final para un toro con historia, un toro recorrado noventa años despúes.


Enlaces a árticulos y reportajes sobre Civilón:

Periódico HOY

 Web OPINION Y TOROS

Periódico LA NUEVA ESPAÑA 

 

Televisión LA 8 SALAMANCA:



martes, 19 de enero de 2016

Los toros en claro declive

Hace unos meses iendo hacia Vitigudino desde Salamanca pasado el pueblo de Villarmayor nos encontramos una majestuosa dehesa donde se ve pastar a añojos y erales a la espera de ser lidiados. Aquel día vi una partida de vacas bravas pero como semental no estaba un toro bravo indultado en una plaza de primera por Joselito sino un charoles, de extraordinarias echuras.
En el siglo veintiuno la fiesta de los toros es claro el declive, sólo hace falta ver las ferias de ciudades importantes como hace cincuenta años había que sacar las entradas con antelación de 6 días en cambio hoy en día hay una entrada de media plaza.
La fiesta taurina es incluso mal vista en varios sectores de la sociedad, no estamos en el caso que te guste el espectáculo o no, como puede ser con el deporte de masas el fútbol, sino que simplemente decir que has ido a una corrida eres señalado como retrógrado y colaborador de un sufrimiento cruel.
En mi opinión la pérdida de afición de la fiesta, sobre todo de la juventud, no viene causada por la actividad de los antitaurinos, ni por que la gestión de la fiesta esté encuadrada en el ministerior del interior en vez que en el de cultura, sino de los propios profesionales del mundo del toro, ganaderos, empresarios, toreros y demás personal relacionado. No han sabido hacer llegar a las nuevas generaciones y no tan nuevas dicho mundo, simplemente viven en su "mundo" cerrado. Como ejemplo pongo los coloquios que se celebran cada año en la feria de Salamanca después de cada corrida, la media de edad de los intervinientes supera los sesenta años, todo hombres, alguno de ellos hablando del pasado...es que antes...y no pongo en duda los conocimientos y la profesionalidad de cada uno de ellos, pero la frescura y la adaptación al siglo que vivimos brilla por su ausencia.
En fin, siendo claros o te adaptas o mueres y los taurinos creó que no se quieren adaptar, así que el fin es claro.

jueves, 24 de septiembre de 2015

El TORO JABONERO

Las lágrimas corrian por mi cara al ver alejarse el camión con Jabonero en su interior. Todavía recuerdo el día que lo vi por primera vez, contaba con pocas horas de vida, su madre permanecía inmóvil debajo de aquella encina milenaria, sin fuerza para levantarse, y lo que es peor sin fuerza para vivir. El parto la había dejado malherida, sus extremidades no tenían fuerza, sus ojos hundidos delataban que la hora de su muerte iba a ser cercana. El becerrito recién nacido por su instinto me envestía con sus escasas fuerzas, me hice con él y lo llevé al coche y de allí al pajar, lugar que sería su casa hasta que contó con tres meses.
Recuerdo como me costó darle el primer biberón, pero con paciencia y cierta maña lo conseguí, el segundo día insistí mínimamente pero el tercer día fue él el que se acercó nada más aparecer por la puerta en busca de su comida. Cada día mientras tomaba el biberón lo acariciaba por su lomo y en la testuz así un día y otro.
Jabonero fue creciendo, !cómo recuerdo el día que se fue al cercado junto con sus hermanos de camada!, fue muy duro para él se quedaba en la puerta con su vista fija en mi hasta que desaparecía.
El día que marcó mi vida y quizás el de Jabonero también, fue aquella mañana de primavera en la que estábamos vacunando a toda la camada, me encontraba abriendo la puerta de un chiquero cuando por una mala pisada resbalé y caí al chiquero, en él estaba Jabonero. Un hombre y un toro bravo en un pequeño reducto sin posibilidad de escapar. Me quedé inmóvil en el suelo, el toro me miró fijamente, y cuando pensé que todo había acabado Jabonero se acercó lentamente me olió y se fue sin hacerme daño alguno.
Todo pasó, ahora Jabonero marcha para ser lidiado en una plaza norteña, mi corazón queda desolado por aquel becerrito que crié a biberón y me perdonó la vida en una mañana de primavera.

martes, 15 de septiembre de 2015

EMBARCANDO BAJO LA LLUVIA

Caminaban los dos vaqueros al paso en dirección al cercado de los toros de saca. Es la última corrida que queda en el campo. A lo lejos se ve el cielo muy oscuro, la típica tormenta veraniega.  Juan y José, los dos vaqueros, se miran mutuamente y solo dicen "malo". Al abrir la portera los cuatreños y cabestros empiezan a correr. La tormenta hace presencia, con un trueno ensordecedor, la lluvia empieza a caer. Juan y José impasibles a la tormenta y la lluvia comienzan su tarea, cada uno de ellos acude a un lado del grupo de cabestros y toros. Impasibles a la lluvia y tormenta con un galope corto y un par de silbidos consiguen parar la manada. Los vaqueros, cuatreños y mansos quietos y mojados se miran mutuamente. Juan y josé se encuentran mojados de arriba para abajo. Con una simple mirada un vaquero le indica a otro que empiece a arrear. Un toque en la rienda y una "voz" hace que la manada se ponga en marcha. Todos marchan en la dirección correcta. Cuando los toros encaran el alar, uno de ellos se vuelve. El caballo de Juan, se inquieta en el mismo instante y va tras él. Juan a lomos de su caballo y "Moro" su perro, consiguen enmendar su huída y reconducirlo al rebaño. Los caballos al galope corto, seguido de los perros pastores alemanes y delante toros y cabestros reflejan una preciosa estampa entre la lluvia. Entran los mansos y toros en el corral de retener, chapotean en el barro fruto de la intensa lluvia. Los vaqueros con su pericia consiguen separar en cuestion de minutos bravos de mansos. Con un silvido Juan indica al camionero ponga el camión al embarcadero. Uno a uno comienzan a subir los toros al camión. Cuando sube el último deja de llover. Se despiden los vaqueros del trasportista con un "hasta la próxima" y Juan y José marchan al paso viendo el arco iris a lo lejos.