Hace unos meses iendo hacia Vitigudino desde Salamanca pasado el pueblo de Villarmayor nos encontramos una majestuosa dehesa donde se ve pastar a añojos y erales a la espera de ser lidiados. Aquel día vi una partida de vacas bravas pero como semental no estaba un toro bravo indultado en una plaza de primera por Joselito sino un charoles, de extraordinarias echuras.
En el siglo veintiuno la fiesta de los toros es claro el declive, sólo hace falta ver las ferias de ciudades importantes como hace cincuenta años había que sacar las entradas con antelación de 6 días en cambio hoy en día hay una entrada de media plaza.
La fiesta taurina es incluso mal vista en varios sectores de la sociedad, no estamos en el caso que te guste el espectáculo o no, como puede ser con el deporte de masas el fútbol, sino que simplemente decir que has ido a una corrida eres señalado como retrógrado y colaborador de un sufrimiento cruel.
En mi opinión la pérdida de afición de la fiesta, sobre todo de la juventud, no viene causada por la actividad de los antitaurinos, ni por que la gestión de la fiesta esté encuadrada en el ministerior del interior en vez que en el de cultura, sino de los propios profesionales del mundo del toro, ganaderos, empresarios, toreros y demás personal relacionado. No han sabido hacer llegar a las nuevas generaciones y no tan nuevas dicho mundo, simplemente viven en su "mundo" cerrado. Como ejemplo pongo los coloquios que se celebran cada año en la feria de Salamanca después de cada corrida, la media de edad de los intervinientes supera los sesenta años, todo hombres, alguno de ellos hablando del pasado...es que antes...y no pongo en duda los conocimientos y la profesionalidad de cada uno de ellos, pero la frescura y la adaptación al siglo que vivimos brilla por su ausencia.
En fin, siendo claros o te adaptas o mueres y los taurinos creó que no se quieren adaptar, así que el fin es claro.
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