lunes, 28 de septiembre de 2015

A ESE CABALLO

!Qué ganas tenía de cualquier caballo!, soñaba con ello cada día, cada noche en cada momento y sin saber como tu llegaste. Fue un momento inolvidable el primer encuentro, eras impresionante, con tu pelo marrón y tus patas negras. No me empañaba tu imagen la cicatriz que tenías en tu pata izquierda. Fue el comienzo de una gran relación. Cada mañana te iba a llevar al prado y al atardecer te encerraba en el corral acompañado de tu "latita" de cebada. Todavía recuerdo con nostalgia aquella temporada que pasaste con los cerdos en el mismo corral, como mordías a éstos para quitarle la comida. Tu naturaleza varonil nunca la perdiste, eso te hacia de vez en cuando escaparte en busca de tus yeguas, !cuantos hijos tendrás por ahí! No había pared que se resistiera ni alambrada que no pudieras atravesar, eras único tirando paredes. Cuando te montaba era espectacular que pose tenías iendo al paso o al galope corto, !que clase!, nos comprenetabamos al cien por cien, no había vaca que se escapara ni toro que no se embarcara. Pasaban los años pero seguías igual, eras único aunque los años no perdonaban. Pero llegó aquel desgraciado día, el tirar las paredes fue tu perdición, entrastes en el cercado de las vacas paridas, donde también estaba la tolba para los becerros. Tu instinto te hizo ir a comer a ella, claro no sabias que tu no podías, que tu no eras rumiante, la muerte te llegó en días. Estás enterrado en el cercado de bardiones altos, cada vez que paso a tu lado cierro los ojos y me imaginó montándote galopando detrás de una vaca morucha cardena.

No hay comentarios:

Publicar un comentario