domingo, 4 de octubre de 2015

EN UN BANCO EN PLAZA CATALUÑA

La plaza esa tarde estaba llena de gente como cada día, Juan estaba cansado, el día había sido agotador, el trabajo en la multinacional iba a acabar con él. Sacó una cigarro del paquete fortuna y lo encendió. Sentado en el banco miró al horizonte, su cabeza empezó a recordar y reflexionar. Hace ya ocho años que llegó a la ciudad condal, tiene un trabajo de oficina con viajes esporádicos a París y Londres, en su cuenta corriente cada mes entra en concepto de salario tres mil euros, pero hay algo en él que no le deja estar bien, su añoranza, "morriña" lo llaman los gallegos. Se acuerda mucho de ese libro del genial escritor Miguel Delibes, "El Camino", se siente identificado con su protagonista. Él también salió de su pequeño pueblo de la Ramajeria para emprender un viaje sin retorno, cuando también pensaba que allí lo tenía y lo sabía todo. Ahora mira atrás y piensa sino estaría mejor allí en su pueblo con las vacas y ovejas, con los vecinos y su perros, sin estrés, sin horarios y sin contaminación. Ahora es cierto que tiene unos ingresos altos y vive en una de las ciudades más " chic" de Europa, ?pero merece la pena?. Para él es más "chic" su pueblo. Tira la colilla con rabia al suelo la pisa y se tumba en el banco con las manos en la nuca, cierra los ojos y le vienen recuerdos de su niñez cuando iba con su padre a echarle de comer a las vacas y cerdos, a apartar los corderos de las ovejas y escuchar en las noche de primavera los "conciertos" de las ranas en las charcas. Se conforma en parafraseando a su abuela pensar que es el "sino" de la vida.
Se levanta enérgico del banco, y continúa su camino mirando al horizonte, sonríe por la mejor infancia del mundo que ha tenido en la comarca de Vitigudino.

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